martes, 1 de mayo de 2007

El cuarto de los primos

Entré al cuarto donde dormían mis primos. El piso de madera crujía con cada paso, como si las vigas que sostenían el machimbre hubieran desaparecido; pensé con cierto desasosiego en la oscura sima que bajo el oscilante piso se poblaba de alimañas imaginarias y basuras sin nombre. Si actuaba con brusquedad las tablas amenazaban con enviarme a conocer aquel tártaro. Lentamente me acerqué a una de las camas. Las cobijas, de color indefinido, transmitían a los ojos sensaciones reservadas al sentido del tacto: eran tan intensas las cualidades táctiles de ese lecho, lo húmedo y pegajoso, lo áspero y lo mórbido de esas sábanas, que se transmitían al espacio circundante, y atacaban por igual a todos los sentidos. El sentido del olfato había quedado sobresaturado desde que había llegado a la villa; si bien no todos los olores eran desagradables, había siempre en la mezcla que atacaba mi nariz notas discordantes que afectaban al conjunto. Un olor en particular, omnipresente, me había mantenido en ascuas varias horas hasta que pude identificar al menos el reino del que provenía, un olor animal que terminé atribuyendo a la grasa que emanaban las comidas y que se adhería a las cosas y las paredes, sumado a una agria pátina de leche podrida.

Entre el paisaje olfativo que construía el espacio comprendido entre las paredes de tablones del cuarto, una hebra se apoderó de mi voluntad y me fue arrastrando por el aire, como tantas veces había visto en la TV que les sucedía a los personajes animados, levitando sujetos de la nariz por el extremo convertido en etérea mano de una hebra de vapor surgida de las entrañas de una tarta o un pastel. Me encontré subido a la cama, sintiendo en las palmas de las manos la humedad que impregnaba las sábanas. En el centro de la cama destendida, una circular mancha brillante era el origen de la mano invisible que me había atraído magnéticamente. Acerqué involuntariamente -o con una voluntad recién estrenada, originada en otro distrito nuevo de mi psiquis- el rostro al charquito de tela. Era un olor a todo lo húmedo, animal y viscoso que conocía, con una nota ácida y enloquecedora. Me quedé olisqueando el olor repugnante, insoportable, irresistible.

Un salto me aferró por los cabellos de la nuca, arrancándome de mi éxtasis olfativo. Las cobijas apiladas a los pies de la cama se habían movido, y yo observé ya desde cerca de la puerta del cuarto cómo, semidormida, mi prima Silvina, de once años, se arrastraba hacia el piso, buscando sus zapatillas, vestida sólo con una remera de color indefinido. Agachada, buscando debajo de la cama,recibió la emanación de la mancha que había olido, una línea imaginaria que atravesaba el aire, reflejándose, chapoteando en una sinuosa baba de caracol que se desprendía morosamente por la cara interior de su muslo oscuro.

5 comentarios:

48hs dijo...

De chica yo conocí un cuarto así, era el de las hermanas Guerra, llenos de peluches y posters de Sombras.

Unknown dijo...

"Las palabras son un indicio incomparable del destino que, en cada cual, corren la experiencia, el enigma y la necesidad de vivir, con todo lo que vivir tiene de lírico, de trágico, de espléndido y de inseguro", Santiago Kovadloff.
Disculpa Tito que no tuve tiempo de seguir cada publicación a medida que iba saliendo, asique ahora me di una panzada de "el cultito". Esta muy bueno como en cada capítulo haces que, a través de "las palabras" y de la riqueza de los adjetivos, nos traslademos, no sólo a los escenarios sino a la visión que tiene un niño de la realidad que lo redea. Seguramente cada uno de los seguidores de esta historia, en algun punto, se identifican con las vivencias y las sensaciones descriptas. A mi me pasa. Espero la próxima.

TiTo A. dijo...

Supongo que las hermanas le harían honor a su apellido...

Gracias, manavwar, por tu comentario. Espero que sí, que en algún punto las personas no seamos tan distintas como nos quieren hacer creer, sin que ello implique una pérdida de libertad.

Rogelio Ferreyra dijo...

Esto es un asco!!
¿No podés contarnos lo mismo, pero que pase en casa de gente que limpie más seguido?.
Abrazo.

TiTo A. dijo...

Rogelio, agradecé que los hechos están edulcorados literariamente; ciertas realidades suelen ser asquerosas "de en serio".
Abrazo per te.